3.5.11

"¿Qué sientes cuando bailas?"


-No sé... me siento muy bien. Al principio estoy avergonzado, pero cuando empiezo a moverme lo olvido todo y es como si desapareciera; como si desapareciera y todo mi cuerpo cambiara. Como si tuviera fuego dentro. Y me veo volando, como un pájaro. Siento como electricidad. ¡Sí, como electricidad!
Autor: Lee Hall (Guion). Billy Elliot es un niño de 11 años, hijo de un minero, que vive en el norte de Inglaterra. Su vida cambiará para siempre al conocer a la Sra. Wilkinson, que da clases de ballet en el gimnasio donde él intenta aprender a boxear forzado por su padre. Pronto, se encuentra inmerso en el mundo del ballet, para el que demuestra tener un talento innato. Sin embargo, y con excepción de su abuela, toda su familia se opone a que Billy sea bailarín, por considerarlo algo demasiado 'femenino'.
Esta historia, bueno no literalmente la misma, cambiemos la actividad y pongamos la que proceda, se repite demasiado habitualmente. Alguien, en posesión obviamente de toda la sapiencia y de todas las respuestas, determina que otra persona no debe seguir un camino para el que, además, parece poseer especial talento. Y a partir de ahí tratan de acallar el instinto del otro reconduciéndolo hacia el tipo de profesión, y de vida, que consideran más adecuado. Más adecuado no para la otra persona, a la que ni siquiera preguntan, sino desde su punto de vista.
Sabemos que estas decisiones impuestas se adoptan, generalmente, bajo el paraguas del afecto y con el fin de que alguien, a quien estimamos mucho, se labre lo que se llama futuro digno, pero también habría que pensar sobre la dignidad que tiene un futuro en el que no es posible vivir nuestros sueños y en el que se debe de convivir con la frustración, o el fantasma, de lo que quisimos ser y no nos dejaron.
En Billy Elliot se nos habla sobre la importancia de la autoestima y de la necesaria autoafirmación personal. Se nos habla de que es posible, a pesar de todas las resistencias, encontrar la fortaleza necesaria para seguir adelante con lo que uno desea. Muchas veces ocurre, en la película también, que cuando se demuestra poseer las aptitudes necesarias (hay que convencer a los incrédulos) y se asume de manera irrevocable la decisión de no renunciar, el entorno lo comprende y lo acaba apoyando. 
Reflexión final: "El que no cree en si mismo miente siempre." (Friedrich Nietzsche)

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