Al enfrentarse un lector competente a la tarea de comprender un texto, utiliza muchas estrategias, generalmente no conscientes. Estas estrategias se aplican de forma automática debido a los años de aprendizaje y utilización de la lectura. Estas estrategias juegan un papel fundamental en la comprensión. Como señalan Nisbert y Schucksmith:
"Los buenos lectores no se caracterizan necesariamente por la posesión de habilidades técnicas (aunque pueden tenerlas), sino por la posesión de una serie de estrategias para abordar un texto y por un cierto grado de conciencia de sus propios métodos de lectura y de las exigencias de la tarea".
Algunas de estas estrategias consisten en la utilización de señales del texto para guiar el proceso de comprensión. Estas señales se refieren a la organización espacial de la lectura, párrafo, tipos de letra, apartados, subtítulos, guiones, etc.
El uso de este conjunto de estrategias es muy importante para entender el proceso de la comprensión. Gran parte de los fallos de la comprensión provienen de no tomar conciencia de si se entiende o no la lectura. El hecho de darse cuenta de que no se entiende algo es fundamental para poder superar esta limitación.
Son muchos los trabajos de investigación que han relacionado el hecho de darse cuenta del objetivo de la lectura con el rendimiento en la comprensión. Meyers y París, Canney y Winograd han demostrado que no sólo se produce esta falta de conciencia en niños pequeños, sino que también se da en estudiantes mayores. Estos también pueden confundirse en lo que respecta a las demandas de la tarea de lectura. No es lo mismo leer para buscar un dato, confirmar una opinión, hacerse una idea del tema tratado, o bien comprender en profundidad el significado del texto. No cabe duda de que se precisa, por parte del lector, una gran flexibilidad para captar la finalidad de la lectura. Esta flexibilidad es esencial en esta estrategia metacognitiva. Collins y Smith afirman que cuando un lector toma conciencia de que no está comprendiendo puede optar por varias soluciones:
- Ignorar lo que no entiende y seguir leyendo con la esperanza de que, al avanzar la lectura, cobre significado lo que no entiende.
- Suspender los juicios y no sacar conclusiones anticipadas. Este proceso es parecido al del investigador que, consciente de las limitaciones de su información, no se atreve a sacar una conclusión y «suspende el juicio» hasta tener más datos.
- Elaborar una hipótesis de tanteo. Es una forma de ir avanzando y saliendo de la ambigüedad inicial.
- Releer la frase intentando buscar su significado.
- Releer el contexto previo. A veces no es suficiente con volver a leer la frase y el lector opta por empezar más arriba la búsqueda. Intenta retomar el hilo desde el punto en que se perdió.
- Consultar una fuente experta. Esta es la última solución. Esta fuente puede ser el diccionario, otro compañero o el profesor.
- Como primer paso, clarificar los fines de la lectura, darse cuenta de las exigencias de la tarea. Estas pueden ser explícitas o implícitas. El buen lector se atiene a ambos aspectos.
- Descubrir e identificar los aspectos importantes del mensaje y centrar la atención en ellos.
- Distribuir su atención de forma que se centre más en los aspectos principales y no en los secundarios.
- Ir controlando a lo largo de la lectura y determinar si se va entendiendo o no.
- Preguntarse a uno mismo si se están consiguiendo los fines previstos.
- Aplicar acciones correctivas cuando se detectan fallos en la comprensión.
- Recuperarse de las distracciones e interrupciones.
Prescindiendo de la calidad de los programas en sí, el modo de llevarlos a cabo puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso.Estos conocimientos y el dominio de las habilidades y estrategias de comprensión, le permitirán al docente realizar propuestas eficaces de mejora, analizar distintos materiales que se hallan en el mercado y analizar las causas que dificultan la comprensión de textos.

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